CONFESIÓN DE HOMERO


Alguien me habita
como a un vetusto caserón sin límites.

Me recorre lentamente.

En los pasillos de mis venas
musita cábalas antiguas
y teje poemas y leyendas.

Sus anhelos de mar se asoman
a las gastadas ventanas de mis ojos.

Es el otro que a veces me supera
emerge por mis poros
me sigue presuroso
por los dédalos infinitos
de una ciudad sin destino
se ríe de mi triste condición de burócrata
sabe que al final de la jornada
tendremos los dos idéntica estatura.