ORÁCULO DE DELFOS



Cuando Penélope vuelva
a consultar el oráculo
con sus preguntas de siempre
Diré
que hay un cielo de espera
donde el hombre sin retornos
escucha parpadear semáforos azules
y encuentra nidos en las azoteas
y horas sin límite para los botones abiertos
y pasos cómplices para las bocas sonoras
y palabras ansiosas de sueños y soledades

Diré que sí
y dejaré una puerta abierta
para los laberintos citadinos
donde se desperezan los relojes
en los ojos ansiosos de una mujer
inconclusa y deseosa de juegos.

Diré que sí y tiraré los dados
sobre la alfombra de arcilla
sobre el ajedrez de ladrillos
sobre el asfalto de esta ciudad sin destino
que ignora la calidez de mis besos.